But at night
When all the world’s asleep
The questions ran so deep
For such a simple man
Won´t you please
Please tell me what we’ve learned
I know it’s sound absurd
But please tell me who I am
WHO I AM
(Supertramp, 1979, del álbum Breakfast in America)
Una de mis favoritas
Subitulada al castellano en:
http://www.youtube.com/watch?v=ue29WayaMYQ
martes, 28 de julio de 2009
sábado, 25 de julio de 2009
Eterno grumete
Me gusta mirar al mar desde el acantilado, mientras preparo velas, levanto mástiles, apuntalo tablas, tallo mascarones, lanzo poemas en botellas. Sé que tarde o temprano, tendré que volver a zarpar. Y llegado el momento, arrío velas, levo anclas… En la mar disfruto con las olas serenas y las calimas. Y miro a las gaviotas. Como todos, sufro con las tempestades, los arrebatos del mar, los capitanes tiranos… ¿Adónde lleva el barco? No lo sé. El barco nunca está terminado. Ha muerto el maestro armador. ¿Qué importa? Si naufrago, voy a parar a otra costa y me levanto, busco un acantilado para mirar al mar. Y luego, apuntalo tablas, levanto mástiles…
Imagen: El Último Grumete de la Baquedano http://html.rincondelvago.com/el-ultimo-grumete-de-la-baquedano_francisco-coloane_1.html
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lunes, 20 de julio de 2009
Rastros en la niebla III: Intruso
Una noche aciaga, mientras, débil y cansado, en la oscuridad envuelto, rumiando desconciertos sudorosos por la soledad que me embargaba, en el letargo, trémulo y aturdido, hastiado de las mismas páginas que narran ilusorias, heroicas hazañas, golpeando las puertas del sueño, de pronto oí, sibilino, sigiloso, un sonido. Cuando a tientas busqué devolver su rotundidad a los objetos, la luz sólo me mostró mi cuerpo cubierto por las piezas de un triste pijama, un escritorio, una cama, unos libros y poco más. Me dispuse a cruzar la frontera tras mis ojos cerrados, regresar a las llanuras volubles y pomposas. Pero entonces de nuevo el mismo sonido, aún más intenso, acechador que la primera vez.
“¿Qué clase de intruso se inmiscuye en esta noche calurosa y depresiva? ¿Quién se oculta, agazapado, tras las ramas de mis sueños?” Busqué la respuesta en la luz, subyugadora de los monstruos. Pero a nadie encontré. Irracionales figuraciones me llevaron a imaginar al intruso en algún escondite, oteando desde allí el horizonte de su gula. ¿Pero qué había de temer de aquel cuartucho si sólo había un escritorio, una cama, unos libros y poco más? ¿Acaso un vecino insomne, acaso un pequeño animal, acaso el viento en la ventana o poco más? Volví a voltear la moneda, y en el envés de nuevo caí al abrazo de las ebrias y algodonadas metáforas, deseando satisfacer mis anhelos en el arrullo del dios Morfeo. Pero entonces vi en el horizonte alzarse una aterradora figura: un caballero negro, lanza en ristre, acometiendo una justa, se dirigía hacia mí. Y su corcel en un pesado y denso galopar, iba emitiendo aquel mismo sonido, zumbante, turbador, ocupando todo el aire entre nosotros.
Lo que vi después no podría ser contado en los libros que se posaban en la mesa del dormitorio sin provocar la peor de las angustias. Arrastrada con una cuerda por aquel demoníaco caballo, una mujer, la que yo amaba en aquel silencio, y de su vientre desgajado brotaban pequeñas criaturas encorvadas y monstruosas que se desgañitaban en una diabólica carcajada. Destilaban sus entrañas efluvios cuyo rastro conducían a aquel caballero de los malos presagios. Tras ella, otros cuerpos, los de mis amigos y compañeros procesionaban con el rostro inerte, intercambiando sus cabezas al son de una absurda marcha. Pero no había tiempo para pedir ayuda, pues el intruso se acercaba a mí, ya estaba alcanzando mi frágil cuerpo hechizado por aquel molesto sonido. Intenté huir, zafarme de sus ataques pero él regresaba con la obcecada voluntad de los monjes. Después se alejó pero sólo para recrearse en su gula navegando entre oleadas de sonidos y gases invisibles, para volver de nuevo y atravesar mi piel. Repitió la acometida incontables veces sellando su estancia con pústulas de sombra y sangre.
Demasiado débil, demasiado cansado, preso del sueño, con los cajones abiertos, las lámparas en el suelo y las sillas en el techo, quedé a su merced, no podía hacer nada más que implorar su caridad. Pero entonces fue uno de sus embates el que me impulsó de nuevo a la frontera. En el sobresalto logré retornar la luz, y el lienzo del sueño se fue diluyendo, como si un frasco de amoníaco cayera de un estante y se fuera vertiendo lentamente sobre él. La imponente presencia de los objetos quedaba difuminada y yo me hallé en medio de aquel umbral de puertas entornadas. Llevé mis manos al rostro sudoroso, tratando de recuperar la calma y luego, giré la cabeza. Fue entonces cuando lo vi, tranquilamente posado justo delante de mí, el intruso.
Pero entonces observé que aquel engendro no era más que una minúscula gota de sombra, una insignificante nave alada, ligada a mi cuerpo por algún lazo inconsciente, su hocico largo y escuálido una diminuta aguja magnetizada a mi sangre, su cuerpo frágil y delicado como un frasco de cristal que se quebrara con sólo una palmada al aire. Asustado aún y avergonzado de mi suerte, mis pensamientos se debatieron en letanía: “¿Cómo ha podido su ridícula esencia copar todo mi ser, reducirlo hasta convertirme en un loco de alquiler en esta habitación? ¿Cómo ha logrado ser pincel involuntario de mis pesadillas, enmarcar el lienzo de este grotesco, el más patético que pudiera eyacular el más mediocre de los pintores? ¿Cómo ha podido producirse esta figuración? ¿Cómo ha podido, en fin, engendrar esta penosa parodia?”
Desde el cristal de la ventana empezaron a inundar el dormitorio tonos pastel. Pero ya era tarde. La sombra del intruso se derramaba por la estancia, y mi alma, de esa sombra que aún yace sobre el suelo no podrá liberarse… nunca más.
“¿Qué clase de intruso se inmiscuye en esta noche calurosa y depresiva? ¿Quién se oculta, agazapado, tras las ramas de mis sueños?” Busqué la respuesta en la luz, subyugadora de los monstruos. Pero a nadie encontré. Irracionales figuraciones me llevaron a imaginar al intruso en algún escondite, oteando desde allí el horizonte de su gula. ¿Pero qué había de temer de aquel cuartucho si sólo había un escritorio, una cama, unos libros y poco más? ¿Acaso un vecino insomne, acaso un pequeño animal, acaso el viento en la ventana o poco más? Volví a voltear la moneda, y en el envés de nuevo caí al abrazo de las ebrias y algodonadas metáforas, deseando satisfacer mis anhelos en el arrullo del dios Morfeo. Pero entonces vi en el horizonte alzarse una aterradora figura: un caballero negro, lanza en ristre, acometiendo una justa, se dirigía hacia mí. Y su corcel en un pesado y denso galopar, iba emitiendo aquel mismo sonido, zumbante, turbador, ocupando todo el aire entre nosotros.
Lo que vi después no podría ser contado en los libros que se posaban en la mesa del dormitorio sin provocar la peor de las angustias. Arrastrada con una cuerda por aquel demoníaco caballo, una mujer, la que yo amaba en aquel silencio, y de su vientre desgajado brotaban pequeñas criaturas encorvadas y monstruosas que se desgañitaban en una diabólica carcajada. Destilaban sus entrañas efluvios cuyo rastro conducían a aquel caballero de los malos presagios. Tras ella, otros cuerpos, los de mis amigos y compañeros procesionaban con el rostro inerte, intercambiando sus cabezas al son de una absurda marcha. Pero no había tiempo para pedir ayuda, pues el intruso se acercaba a mí, ya estaba alcanzando mi frágil cuerpo hechizado por aquel molesto sonido. Intenté huir, zafarme de sus ataques pero él regresaba con la obcecada voluntad de los monjes. Después se alejó pero sólo para recrearse en su gula navegando entre oleadas de sonidos y gases invisibles, para volver de nuevo y atravesar mi piel. Repitió la acometida incontables veces sellando su estancia con pústulas de sombra y sangre.
Demasiado débil, demasiado cansado, preso del sueño, con los cajones abiertos, las lámparas en el suelo y las sillas en el techo, quedé a su merced, no podía hacer nada más que implorar su caridad. Pero entonces fue uno de sus embates el que me impulsó de nuevo a la frontera. En el sobresalto logré retornar la luz, y el lienzo del sueño se fue diluyendo, como si un frasco de amoníaco cayera de un estante y se fuera vertiendo lentamente sobre él. La imponente presencia de los objetos quedaba difuminada y yo me hallé en medio de aquel umbral de puertas entornadas. Llevé mis manos al rostro sudoroso, tratando de recuperar la calma y luego, giré la cabeza. Fue entonces cuando lo vi, tranquilamente posado justo delante de mí, el intruso.
Pero entonces observé que aquel engendro no era más que una minúscula gota de sombra, una insignificante nave alada, ligada a mi cuerpo por algún lazo inconsciente, su hocico largo y escuálido una diminuta aguja magnetizada a mi sangre, su cuerpo frágil y delicado como un frasco de cristal que se quebrara con sólo una palmada al aire. Asustado aún y avergonzado de mi suerte, mis pensamientos se debatieron en letanía: “¿Cómo ha podido su ridícula esencia copar todo mi ser, reducirlo hasta convertirme en un loco de alquiler en esta habitación? ¿Cómo ha logrado ser pincel involuntario de mis pesadillas, enmarcar el lienzo de este grotesco, el más patético que pudiera eyacular el más mediocre de los pintores? ¿Cómo ha podido producirse esta figuración? ¿Cómo ha podido, en fin, engendrar esta penosa parodia?”
Desde el cristal de la ventana empezaron a inundar el dormitorio tonos pastel. Pero ya era tarde. La sombra del intruso se derramaba por la estancia, y mi alma, de esa sombra que aún yace sobre el suelo no podrá liberarse… nunca más.
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jueves, 16 de julio de 2009
3, 2, 1...
Probando, probando, uno, dos...
Houston, houston?
Madre mía, un mes desde el último...
alguien está descastailloooo...
pardiez... paronce... par...deza
Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para...
cuarenta años después, señor armstrong... hoy mismito...
La cápsula eqcu2008 nº1 fue lanzada al espacio en noviembre, quedó suspendida en un desierto oscuro en un día indeterminado de la estación seca...
toc... toc... se escuchó en su interior
y alguien gritó:
anybody theeeeeeeeeeeeeere????!!!!
(quizá el omnipresente o alguna voz sorda que nadie pronunció jamás)
pero entonces...
Three, two, one...
ahí estaba el cartel bajo las luces de neón
¡The tightrope walker comes back!
como si de jolywud se tratase
(perdón: indigestión de star wars, ridiela)
ejem
el comandante winklewalker logró descifrar un mensaje cifrado en un píxel oculto sólo perceptible mediante visión láser:
Vuelvo pronto, que no he cerrado el chiringuito por vacaciones, ehn?...
...
Nota: ningún psicotrópico fue utilizado en la elaboración de este post... todo intento de darle sentido o significado lógico es producto de su imaginación y queda bajo su responsabilidad, querido lector... ñyajajajaja... (risa tormentosa)
Fin de la transmisión
ffffffffffffffffffffffffffffffffffffffwwwwdfffffffffffffffwwwddfffffffffffwdffffffffwddddd....
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