Eso...

Cuando se miraron aquella tarde, lo supo. Si hiciera falta, lo pintaría en un graffiti en la pared del cine... o  lo escribiría en un garabato en una servilleta. Lo tallaría con cincel en una neurona de su mente. Lo escribiría en una ventana húmeda. Lo gritaría en la playa un día de lluvia. Lo dibujaría arañando lentamente la arena. Lo aullaría a los pájaros de un bosque. Lo ladraría a los caminantes de la plaza. ¡Incluso inventaría las palabras si no existiesen! Las arrancaría si se le agarraran a la garganta para acompañarlas luego con susurros por entre los fusiles del miedo... Desde aquel momento lo sabía...