Ni las llamadas de Rose suplicándome que habláramos, ni los niños, pidiéndome que volviese a casa, iban a sacarme de Newport. Tampoco los aburridos negocios que había tenido que atender por la mañana, la pila de clientes atrasados martilleándome la agenda, o la entrevista con aquel tipo sólo una semana después y a doscientos kilómetros de allí. No. Todo eso podía esperar. Tenía que esperar. El asunto que llevaba entre manos era mucho más importante. Debía subir a ese autobús.
Miré el reloj. Tenía poco tiempo pero sólo faltaban unos metros. En contra de los rumores, Newport parecía una ciudad tranquila. No era el tipo de lugar que esperes que vaya a darte sorpresas inesperadas. Así que no podía fallar. No esta vez.
Revisé el mapa. Por fin, delante de mis narices, la esquina de Treasure Road. Cerré los puños como si desgarrara pedazos de aire de la noche y los absorbiera por los poros de los guantes. Me ajusté el gabán y el sombrero. Al torcer la esquina, una ráfaga de aire y polvo se coló en mis ojos, cegándome unos instantes. Las gafas no siempre protegen, a veces traicionan. En los flancos dejan el camino libre a intrusos. Incluso las oscuras. Al fin pude mirar al frente esperando encontrar al fondo el letrero que había visto en la foto: Newport Station. Pero entonces me estremecí.
La calle era infinita. En varios kilómetros sólo se divisaba una maraña de personas de pasos torpes que parecían girar en círculos. En el horizonte la niebla era la tela de araña que iba a tragarse al mundo. Atónito, volví a mirar el mapa y la foto. Entonces confirmé mis sospechas. Aquel día, inevitablemente, me acompañaba la suerte.
Miré el reloj. Tenía poco tiempo pero sólo faltaban unos metros. En contra de los rumores, Newport parecía una ciudad tranquila. No era el tipo de lugar que esperes que vaya a darte sorpresas inesperadas. Así que no podía fallar. No esta vez.
Revisé el mapa. Por fin, delante de mis narices, la esquina de Treasure Road. Cerré los puños como si desgarrara pedazos de aire de la noche y los absorbiera por los poros de los guantes. Me ajusté el gabán y el sombrero. Al torcer la esquina, una ráfaga de aire y polvo se coló en mis ojos, cegándome unos instantes. Las gafas no siempre protegen, a veces traicionan. En los flancos dejan el camino libre a intrusos. Incluso las oscuras. Al fin pude mirar al frente esperando encontrar al fondo el letrero que había visto en la foto: Newport Station. Pero entonces me estremecí.
La calle era infinita. En varios kilómetros sólo se divisaba una maraña de personas de pasos torpes que parecían girar en círculos. En el horizonte la niebla era la tela de araña que iba a tragarse al mundo. Atónito, volví a mirar el mapa y la foto. Entonces confirmé mis sospechas. Aquel día, inevitablemente, me acompañaba la suerte.
Foto: Zgzme! http://zaragozame.com/tag/niebla/ http://zaragozame.com/
6 comentarios:
Parece ser que buscaste un autobús que entre la niebla te llevara a una realidad deseada...
Quisiera saber más...o imagino?
Saludos
Que relato más intrigante! Nos dejas en ascuas...yo, si no me queda otro remedio, imagino, pero preferiría que tú lo contaras, seguro que eliges el mejor final.
Beso.
Pues yo si tu no le pones un final a tu texto rápido le pongo un “fue feliz y comió perdices”.
Saludos
Me alegra que me deis vuestras sugerencias, porque estoy haciendo experimentos con esta serie de "rastros" y me sirve mucho vuestra opinión para valorar qué camino tomar. Perdonadme si me paso con las dosis de ocultismo.
Todavía soy aprendiz, jejeje.
Y sí, es muy misterioso, es lo que tiene la niebla que no deja ver del todo lo que hay detrás. Pero, aunque borrosos, siempre quedan rastros, huellas impregnadas...
Me gusta que cada uno imagine la historia, (creo que el relato y el tipo del gabán son un misterio incluso para mí). A veces interesan más las sensaciones que los hechos.
En todo caso, tomo nota, porque tenéis razón en que es 'demasiado' misterioso, hay demasiado cabo suelto, y quizá necesite desarrollarlo un poco más.
Seguiré experimentando
Gracias compis
A mí me gustan los rastros inacabados, los caminos por descubrir, las sombras desconocidas tras la niebla.
Sigue trazándolas tan soberviamente, que no te faltarán mentes imaginativas que les den formas.
Lo que me intriga es porqué escogiste Newport como escenario del relato, ¿lo conoces?.
José María
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