¿Te acuerdas cuando los sueños eran de plastilina y le acariciábamos la tripa a las estrellas?
¿Cuando pisábamos la tierra con los pies descalzos y hacíamos películas de plástico y arena?
¿Cuando el barrio era el estanque del tiempo, el laberinto de los monstruos perdidos?
¿Cuando la muerte corría en pantalones cortos por el filo de la acera pero no nos dejaban mirarla?
¿Cuando valía la pena pagar un castigo por una bolsa de caramelos?
Hoy es distinto.
Las fronteras encogieron y se abrieron otras nuevas.
Los permisos son de papel y no de lágrimas.
La vida aceleró.
Y tú un día te perdiste.
Hoy paseo por el barrio
miro a mi lado,
y no estás
y me embarga la soledad aquella de los domingos fríos
aquella que era como una rosa muerta en un portal
como una sábana de escombros
como una columna con mellas de carbón
Hoy el barrio es el cadáver del paraíso,
y los recuerdos crujen como hojarasca al pisarlos
Un día te perdiste.
O nos perdimos los dos
Cada uno por su lado
Y nunca supimos bien por qué
Y ya no había sábados por la mañana, ni confidencias de verano, ni música en naves espaciales, ni fútbol en islas perdidas, ni juegos en ciudades amarillas
Quizás la borrachera de la infancia nos agrió con una resaca de rencores
Quizás no vimos la esquirla en la manzana
Algo se había derrumbado y con los pedazos, construí la carcasa de un amigo de cuerda. Su mecanismo nunca fallaría. Siempre a mi lado, siempre riendo. Y le fui añadiendo piezas de otros
De los que me ayudaron a limpiarme el fango con la lengua
De los que me inyectaron poesía en vena cuando tenía el alma seca
De los que no esperé pero quisieron descubrirme
De los que me besaron con la boca del aire
De los que no me olvidan aunque desnude mis miserias
De los que aparecen en mis sueños porque me echan de menos
De los que busqué en el callejón de los corazones vacíos
De todos a los que tengo que dar las gracias
Pero el amigo perfecto nunca estaba completo. Y lo enterré en el cementerio de los secretos, con las canicas y el mapa del tesoro.
Nos perdimos
y ya ni me acuerdo qué día fue, ni qué pasó
Pero a estas alturas, ¿qué más da?
Porque tú tienes mucha culpa de que los recuerdos todavía huelan a canela
sean pergaminos de leche en el baúl del futuro
se desaten en un abrazo de chispas dulces
Sólo quiero que sepas, que un día haré las maletas y cogeré un avión para ir a verte
Buscaré tu dirección y apareceré sin avisar, a las doce como siempre
Iré con la bolsa de los muñecos y dos chocolatinas
Y volveremos a robarle al mundo una mirada de juguete.