Son las siete de la mañana y un vendaval de luz repentino despierta a Alicia. Es su hermana que ha abierto la ventana del cuarto. Se acerca a Alicia, le zarandea el hombro y le dice que vaya a lavarse y vestirse. Alicia desearía quedarse en la cama hasta las doce, pero tiene que desayunar antes de que llegue su institutriz. Mientras su hermana cepilla entre tirones su pelo rizado y moreno, que ella preferiría llevar enmarañado, Alicia piensa en su institutriz. Piensa en su cara de serpiente y su trasero de mono, y en cómo empezará a darle aburridas clases de matemáticas, lengua e historia de Inglaterra. Ella preferiría estar jugando con su gato imaginando que es un león de circo que salta por su aro de la comba de fuego, o revolcándose en la arena del jardín soñando que atraviesa el África. Durante el desayuno, Alicia contempla a su padre, un hombre que vivía detrás de un periódico, y le oye mascullar algo sobre un tal Gladstone que iba a llevar a no sabía ella qué tragedia a su país; y a su madre, que se pasaba el día en el salón cuchicheando con señoras gordas, estiradas y aburridas. No entendía como se habían puesto a gritar como locas aquel día cuando Alicia fue a enseñarle algunos bichitos que había encontrado en sus aventuras por el desván: cucarachas y graciosos ratoncitos. Cuando termina de desayunar, es hora de sus clases. Mientras su institutriz la agarra por la mano camino del bosque, donde recibirá su lección de historia, Alicia empieza a mirarse su vestido azul. Odia los colorines estridentes. Preferiría llevar algún traje negro con volantes blancos y medias a rayas negras y rojas, o ir desnuda con un turbante como los indios que había visto en los libros. Pasado un rato de lección, Alicia decide que no va a aguantar al siguiente Eduardo rey de Inglaterra, pues ya iban siete u ocho, y se escapa sigilosamente dejando atrás a la cara de serpiente que seguía con su cantinela. Empieza a pasear por el bosque y de pronto algo atrapa su atención. Algo se mueve cerca de ella entre unos matorrales. De pronto, una curiosa figura, un pequeño conejo blanco vestido de traje sale corriendo. Parece tener mucha prisa y Alicia lo persigue durante un buen rato. Así, llegan hasta un claro, y el conejo se mete a toda prisa en un agujero en la tierra. Alicia mira la oscura madriguera y se pregunta qué misterios esconderá ese lugar...
Imágenes
- Alicia Pix Virtual http://media.photobucket.com/image/alicia%20en%20el%20pais%20de%20las%20maravillas/pixvirtual/us008/dbpmN8VtVdBV.jpg
- Alicia Liddell fotografiada por Lewis Carroll http://media.photobucket.com/image/alicia%20en%20el%20pais%20de%20las%20maravillas/pixvirtual/us008/dbpmN8VtVdBV.jpg
6 comentarios:
Vaya David, veo que rememoras los buenos libros y has sabido elegir uno de los mejores.
José María
Has visto los mundos de Caroline en el cine ??? Esta historia tuya tiene estas características...
Un saludo
Siempre me gustó esta historia, y me gusta esta versión, espero próximas entregas.
No he leído el original, pero esta versión tuya tiene una pinta excelente.
A ver como la continúas.
En realidad esto era un ejercicio para un taller, que consistía en imaginar el mundo de Alicia antes de entrar en el país de las maravillas.
Aunque me gusta la idea de continuar la historia...
Noel, no he visto todavía Coraline, pero lo estoy deseando! De este finde no pasa...
Abrazos del país de las maravillas
David
Esta niña es un poco Gótica, jijiji, las vestimentas que le gustan la delatan, seguro que tiene algún pariente relacionado con Tim Burton, o con la niña de Beetlegeuse, quién sabe. Me ha encantao David, por cierto, mi sueño también es el mismo: bestir sólo con turbante...besitos.
Ra
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