sábado, 26 de diciembre de 2009

Felices fiestas!!!!!... de esas de ahora...

Cane (en la foto en la cena de Nochebuena) y yo os mandamos muchos besos y felicitaciones por esta navidad

El año pasado ya despotriqué bastante de las navidades. Este año me he portado mejor, y he hecho un decorado navideño. Impregnaíto estoy del Christmas Spirit. Quiero desear felices navidades a todos los lectores de mi blog, a mis amigos y demás. Paz en el mundo y mis mejores deseos para todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

¿Lo he hecho bien? Bueno, pues ahora tan sólo tengo una pequeña queja, que no me puedo aguantar y tengo que soltarla.

La historia se remonta a un personaje fundamental de la tradición navideña. A ver, ¿cómo se llamaba? El viejo ese que le gustaba tanto visitar a los niños… Así gordo con barbas, con un traje raro… Sí, hombre, sí… el que se colaba de casa en casa………… No, hombre Papa Noel, no. ¡Herodes! eso, Herodes. Bueno, pues este hombre era el gobernador de Judea en el año 0 (¿o año -1?), un politicucho de tercera o cuarta fila. Para acabar con el niño Jesús, tuvo la ocurrencia de cargarse a todo infante de Jerusalén que todavía no anduviera a gatas. Hombre, teniendo en cuenta el objetivo, la idea no era mala (aunque mucho éxito no tuvo), pero también revelaba que este personaje, digámoslo sin tapujos, era un pelín hijo de puta. Se ve que los niños no le debían hacer mucha gracia (sería algo así como la némesis de Michael Jackson).

A Herodes le diría yo que dejara en paz a los niños de Jerusalén, pobrecitos que no le han hecho mal a nadie… Y en lugar de eso, lo mandaría ¡a por los niños que cantan en los coros de los cd’s de villancicos! ¡Esos sí que son un mal para la Humanidad! Lo de cantar es un decir, lo que hacen es dar el cante. Bueno más que el cante ¡lo que dan es un por culo del carajo! Que tengo un desgarro de tímpano por culpa de esas voces demoníacas. Lo sufro con resignación cada vez que voy por el centro de Chiclana y te plantan los altavoces a todo volumen.

Ahí queda mi queja. A ver si alguien me escucha y prohíbe esa música infernal. Lo dicho, feliz navidad para todos… y muerte a los niños de los cd’s de villancicos. O si no muerte, por lo menos, una buena gripe de esas que dejan una buena ronquera crónica. Hombre ya.

Eso, Merry Melodies, señor Noel (tanto vinorro de casa en casa, no puede ser bueno), y aúpa el Atleti. Que esos colores delatan que usted también es un fiel del Glorioso Atlético de Madrid.
Será por eso que se ha colgao…

lunes, 21 de diciembre de 2009

Sigue...

Sigue hablando, sigue
No calles nunca
Que la dulce rosa de tu voz
vuela hasta el pecho
Sigue hablando, sigue
Sigue riendo
No dejes que los vientos grises
del tiempo te ahoguen el alma
Sigue hablando, sigue
Sigue hablándome
Que el ventanal abierto a tus palabras blancas
desahoga el humo gris de mis llagas enquistadas
Sigue hablando, sigue sonriendo
Descorre tu sonrisa
que en la luna de tus dientes
está el sendero que va a tus labios
por el que me pierdo

viernes, 11 de diciembre de 2009

Una pared color vainilla contra la senda del tiempo

A veces la memoria saca fuera los balones que el olvido,
gracias a una certera asistencia del tiempo, le va metiendo.
Y a dos manos los precipita de nuevo al partido de la vida.
(Anónimo)

Una vieja pared color vainilla ve salpicar su rostro sobrio y ortopédico, de redondas pecas negras con hechuras de pepinazo. A la vieja pared la protege un zubizarreta chiquilicuatro con las manos enguantadas de rojo chut. Cada gol presume de estruendo y de bronca de la vieja del segundo: ¡Ni dormir la siesta la dejan a una! Las hormigas, hinchas sin invitación a la contienda, rugen en sus galerías subterráneas, no se sabe si en señal de protesta, o porque tienen sintonizadas sus antenas al partido que se juega sobre sus techos. Todos los jugadores se sienten en primera división y sueñan céspedes más grandes, más verdes, mientras que sus rodillas los sueñan más mullidos. Todos menos uno que se queda atrás, sólo y en la defensa. Este uno, carne de banquillo, compañero ideal de los chupones, este uno, más gordito y blandengue, sueña más bien con las dos rebanadas de pan chorreadas de mantequilla que pitan el medio tiempo. Las dos rebanadas que le saquen de su perpetuo fuera de juego.

En esto que el tiempo les traiciona, les engaña, les hace una filigrana. Y pasan muchas, muchas tardes, y los partidos se van volviendo pachangas, y sin darse cuenta dejan de darle al balón, y se ven sentados en el banco de la misma pared color vainilla, vieja pero con menos pecas negras; o en el suelo que ya no es ni el Nou Camp, ni el Bernabeu, sino el suelo duro del patio del barrio. Ahora charlan de otras cosas, sueñan de otros sueños. Y estos sueños dejan de ser eléctricos, aventureros, descarados, granujas y se vuelven acuosos, tímidos, humeantes, circenses, escurridizos… El fútbol necesita un sustituto que les moldee sus sinvivires melancólicos, que rebosan apetitos por desatar. Y entonces del banquillo sale la música. “¿Tú escuchas los cuarenta?” dice uno “Los Celtas han sacado un disco en directo” sigue otro “Mi hermano lo tiene, la canción Veinte de abril está guapa” replica un tercero. El cuarto lanza un libre directo “¿Habéis visto en la tele a la Maria Carey? Está buena, ¿ehn?” Y a pesar de los cambios en la alineación de sus sentires, de sus emociones, cuando llega el atardecer los siguen llamando las madres, porque se va a enfriar la comida. El gordito, aún viendo que se hace tarde y que sería mejor volver a casa, prefiere quedarse a ver el atardecer, porque ha encontrado un pasatiempo mucho más útil que el fútbol. Ponerse a pensar. Hay otro al que tampoco le apetece irse todavía. Este otro, más larguirucho, con el garbo de una espiga y aquel uno forman el tándem perfecto para retahilar deseos por cumplir. Y los dos se ponen a charlar y se les van las horas, subiendo santos al cielo. Que si las mates son un coñazo, que si no me dejan más de las doce, que si el año que viene el instituto a ver qué pasa, que si los pelos en la barba y en no sé donde, que si las niñas… Ay, las niñas, que ya no lo son tanto… Rezando por sus julietas se les echa encima la noche, que les regala un capote de estrellas para que cuelguen allí sus sueños. Y ya de vuelta a casa, el gordito se mete en la cama, y se arropa con los sueños de estrella y con el fogoso deseo que agita sin parar el corazón… y a veces también la mano. La noche pita el fin del partido y el inicio de otro. Queda atrás la pared vieja y amarilla, y empieza la senda del tiempo.
Imágenes de "El Pequeño Nicolás", "Boy meets world" (Yo y el mundo) y "Doug" ¡Las cosas que veía yo por aquellos entonces! El vídeo, de los míticos Celtas Cortos.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Con un lacito

El día viene con un lacito
en una caja de regalo
Lo abro y suena Walk of Life de Dire Straits
Estreno mes y botas nuevos
Estreno gente vieja y nueva
Estreno abrazos y cervezas
El día vino con un lazo en una caja de regalo
Dentro... las pocas cosas que merecen la pena…
“Para eso, para eso, estamos aquí…”
¿Y lo demás? Bueno, todo lo demás…
Es una excusa



U uuuuu uu

viernes, 27 de noviembre de 2009

Quién fuera mono...

Pues yo a veces quiero ser mono. Me pasa al revés que a éste. Porque los humanos somos mu complicaos. Sí, sí, ya lo sé, que es una postura evasiva y un poco cobarde, pero qué queréis que os diga, a veces me entran ganas de ser tan simple como este colega. Ay, mono, no sabes la suerte que tienes...


Por cierto, que conste que la marca Ono no me paga por la publicidad XDDDDDD (si así fuera estaría poniendo anuncios suyos en todos los posts)

jueves, 19 de noviembre de 2009

Poca vergüenza

Fuente vacía de lo inerte
exasperada tensión en el muslo
dietética sordidez globalizada
hastío, dolor y fuego, fuego
anhelada precisión de la lógica
Dios taimado para un mundo de tunantes
y comerciales de agreste y frío lomo
vestidos de togas y de báculos
Ramas pinchando ojos
taciturno encuentro con la soledad
Así vamos, a lomos de un borrego desbocado
detrás de un cencerro tosco y romo
Así nos va...

Ante tal panorama, mejor me encalomo una cerveza...

viernes, 6 de noviembre de 2009

Un año con vosotros...

“Dame la mano amigo, acompaña a este equilibrista” Así empezábamos hace hoy un año, y así seguimos un año después. Así camina este retoño, bajo la amable y risueña mirada de unos cuantos amigos. Como un bebé que empieza a andar, a investigar el mundo por sí sólo. Un año de balbuceos y de primeras palabras. Palabras con las que he intentado comunicar (con mejor o peor resultado), y sobre todo, contar. Palabras de ficción, pero palabras sobre la vida, porque una y otra (ficción y vida) se alimentan mutuamente, entre ellas discurre una fina línea, una cuerda floja.

La cuerda floja discurre entre la vida y la fantasía, entre la realidad y la literatura, pero también entre lo vivido y lo soñado, lo imaginado, lo esperado. A veces, enfrascado en la rutina de vivir, noto el vértigo resoplando en la nuca, la amenaza de los miedos, los fantasmas, la larga distancia hacia los sueños. Me siento caer, pero aquí sigo. El truco está en aguantar, no caer, seguir caminando, mantener el equilibrio, buscar los pasos firmes, el punto medio entre la vanidad y la modestia excesivas, enfocar los sueños, enfrentar los miedos, y tirar para adelante. Creo que le voy pillando el truco a escribir, a vivir...

Como equilibrista, he intentado también tender caminos, atar cuerdas, e indagar sobre los equilibrios entre los distintos tipos de artes creativas y de ficción: literatura, cómic, cine, videojuegos e incluso música (alguna que otra vez con posts tipo “pergamino” (muy largos, vamos), que seguro que más de uno se ha aburrido, jijiji ¿alguien sabe cómo se puede poner la opción –Seguir leyendo– en blogger?). En ese proyecto sigo, ando, camino…

Sigo caminando hacia el sueño, y sigo gracias a la gente que me ha acompañado, que me ha dedicado un ratito de su tiempo libre, algo tan escaso y tan valioso. Me acuerdo sobre todo de mis compañeros del Colectivo Letras Libres, de mis compañeros del taller Campus Crea de relatos, de mis seguidores habituales y espectadores enganchados. Pero también de todos los que alguna vez han dejado un comentario o de los que se han encontrado con el blog por casualidad, o por algún comentario que yo dejé colgado en otro sitio (por cierto, me he fijado que hemos superado las 4000 visitas aunque de ellas, seguro que hay bastantes que son mías propias, porque cuando hago un post, lo reviso y retoco y actualizo la página tropocientas veces, para asegurarme que todo queda bien… sí, soy mu pesao, jijiji).

A Pedro de “Existir es Resistir”, Jose María “GenialSiempre”, Fita de “A ras de agua”, Eva, Berta, Ra de “Mis Metáforas”, Juan, Carmen de “Que se pare el mundo…” Antonio Fassa, Antoñín “Alinando”, Antonia, Anatxu de “El baúl de Calzaslargas”, Vilarinho, Chari, Miguel, Miguelange Arwez, Moi, Nieves Yuki Baker, Mari Luz, mi familia (mis padres, mi abuela, mi hermana, los autores del rediseño Paco y Bea, ¡y Cane, por supuesto ¿os acordáis de ella?!), Rafiky, Nieves Vázquez, Jose, Benji, Salva, Ana, Loli, Frasco de “Los Congrios Voladores”, Quique, Pilar, Mara, Manuela, Loose, Noelplebeyo, Ana de “Sueños Felinos”, Muxica, Reikijai, Marinel, Carlos Laínez, Marga, Tia Elsa, Roxana, Myky Díaz, Silvia, Jesús “Nerón”, Felipe, P. Vázquez Orientador, Runas, MJ, mi mascota virtual Blue Space Cowboy, El Piano Huérfano, Mar, y a los que me dejo, pero que sabéis que os corresponde un pedacito de felicidad…

A todos, gracias, gracias de verdad, de corazón, me habéis animado muchísimo a seguir caminando, intentando, experimentando, cambiando, mejorando…

Un año de sueños, vértigos, miedos, desequilibrios, extrañezas, fantasías, incertidumbres, disparates, tonterías, ilusiones, intercambios, melancolías, sinsentidos, sonrisas, esperanzas, deseos compartidos con vosotros.

Un año de equilibrios, amigos. Y aquí seguimos, hasta donde la cuerda aguante…

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Un momento especial...

Recuperamos la normalidad del blog con su aspecto usual. Desde luego entre el Martes Trece, El príncipe de las sombras, la música de The Killers (en español: “Los Asesinos”), y el especial de Halloween, el blog lleva un tiempo de un chungo que tira para atrás. Bromas aparte, espero que os haya gustado el disfraz de Halloween del blog.

Pero escribo este post porque no se acaban las sorpresas. Como dice el título, se acerca un momento especial. Estad atentos al blog los próximos días, porque a todos os corresponde un pedacito de lo que viene de camino, ha sido posible por vosotros…

Me gustó mucho esta imagen cuando la vi...

sábado, 31 de octubre de 2009

Especial de Halloween


O de Tosantos, o de Noche de Brujas, o del Día de los Muertos, o del Samhain... o como queráis llamarlo. Cualquier excusa es buena para contarse historias de miedo... ¿estáis preparados...? Se abre la equili-cripta...

Era más de media noche,
antiguas historias cuentan,
cuando en sueño y en silencio
lóbrego envuelta la tierra,
los vivos muertos parecen,
los muertos la tumba dejan.
Era la hora en que acaso
temerosas voces suenan
informes, en que se escuchan
tácitas pisadas huecas,
y pavorosas fantasmas
entre las densas tinieblas
vagan, y aúllan los perros
amedrentados al verlas:
En que tal vez la campana
de alguna arruinada iglesia
da misteriosos sonidos
de maldición y anatema,
que los sábados convoca
a las brujas a su fiesta.

El Estudiante de Salamanca (Espronceda)

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01371741322363733092257/index.htm

Avanzamos en el tiempo como quien juega con un ábaco... Resident Evil 2 es un clásico de los sustos en el mundo de los videojuegos: dos investigadores, Leon y Claire, se internan en una ciudad, infectada por un virus que convierte en zombis a sus habitantes...




"El Niño Gusano", terrorífico y desconcertante manga de Hideshi Hino. El miedo y la ansiedad por el rechazo quedan reflejados en esta historia en la que el protagonista, un niño al que le gustan todo tipo de animales (insectos y reptiles incluidos) se transforma, al ser picado por el aguijón de un gusano, en un monstruo con forma de gusano...

http://komitxu.guca.es/2007/05/20/el-nino-gusano-hideshi-hino/

Shivaree canta sus miedos a ritmo pop en "Goodnight Moon"...

Letra en...
http://www.portaldeletras.com/letras/canciones/letra_12196-banda-sonora-shivaree-goodnight-moon.html


De Poe (inevitable): "El Corazón Delator" y "El gato negro", pero hay muchos más aquí...
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/eap.htm



Los Simpsons nos cuentan su particular versión de Freddy Kruegger de "Pesadilla en Elm Street"



"Vampyr" de Munch


y "El Infierno Musical" de El Bosco (parte del "Jardín de las Delicias")



Para terminar, la peculiar visión de la Muerte del escritor Terry Pratchet. El mago Rincewind, al que vemos al borde de un precipicio, en la torre del reloj de Ank Morkoph, recibe la visita de este tétrico (y divertido) personaje. Diálogos geniales en la versión en videojuego de la saga de novelas "Discworld".



Quedásteis avisados...

miércoles, 28 de octubre de 2009

La fábula del príncipe de las sombras

Hacía varias noches que el príncipe la miraba, ensimismado, desde la ventana de su habitación. Era un sueño que coleaba en su mente, turbándole los días, invadiéndole con ansiedades. Por eso no iba a desaprovechar la oportunidad que aquella noche de verano le brindaba. La reina había partido a no sabía él qué misteriosa empresa -nunca se lo decía-. El príncipe se escabulló de los guardianes convirtiéndose en niebla y dejó atrás los oscuros pasillos del palacio. Atravesó las anchas puertas labradas en éter negro y continuó hasta la encrucijada de estrellas. Sin la reina allí, todo era más fácil. Cuando por fin cruzó las murallas del reino de la noche, el príncipe se introdujo en el desierto de las brumas. La enorme esfera luminosa absorbía el horizonte, como engullendo todos los puntos cardinales.

Los cuchicheos de palacio decían de ella que antes que amarla había que temerla. Que su sola visión había redimido y esclavizado a un terrible demonio de los tiempos arcanos. Ni siquiera los dioses se atrevían a acercarse. El camino hacia la esfera estaba cercado por la tormenta eterna del desierto de las brumas. Sólo en ciertas noches de verano se aplacaba la furia tempestuosa del desierto y el camino quedaba libre. En noches como aquella en la que el príncipe decidió escapar de palacio.

El príncipe se alegró al ver que la esfera brillaba cada vez más grande y cálida que antes. Emprendió tenaz la marcha hasta que al fin la tuvo a un paso de sus botas. Tuvo una sensación extraña, un escalofrío mezclado con un estremecimiento y un fuego en las puntas de los dedos. Entonces su mirada se azoró y se abalanzó sobre la esfera. Poseído por una fuerza salvaje empezó a acariciarla, a abrazarla, a fundirse con ella. Sus brazos y sus piernas empezaron a crecer, a curvarse, a deformarse para abarcar toda la enormidad. Tan obsesionado estaba que no se dio cuenta de su transformación. Príncipe y esfera se unieron en una forma nueva, que parecía una sola: un círculo de color rojo que se apretaba en la negrura del desierto, y que brotaba lágrimas blancas goteando como granos de un reloj de arena. Se dice que aquellas lágrimas cayeron a la tierra y de ellas nació el género de los lobos.
Fue entonces cuando se oyó un grito estremecedor. De la cara oculta de la esfera surgieron toda la flota de las estrellas, el ejército de los cometas y finalmente la reina en su carroza de nubes tirada por murciélagos. Enfurecida, la reina separó al príncipe de la esfera y le encadenó al ojo del huracán del desierto de las brumas, para que jamás pudiera acercarse a ella. Sólo en algunas noches de verano que aplacan la furia tempestuosa del desierto, la sombra del príncipe vuelve a acariciar la blancura de la esfera. Y los dos vuelven a unirse hasta eclipsarse…

Imagen de Catherine Chmier, basada en El Señor de los Anillos de Tolkien.

martes, 20 de octubre de 2009

I need to tranquilize...

I got this feeling that they‘re gonna break down the door
I got this feeling they they’re gonna come back for more
See I was thinking that I lost my mind
But it’s been getting to me all this time
And it don’t stop dragging me down



Silently reflection turns my world to stone
Patiently correction leaves us all alone
And sometimes I’m travel man
But tonight this engine's failing


ooooh... I need to tranquilize...

The Killers Feat. Lou Reed - Tranquilize en el álbum Sawdust, 2007, Lyrics

martes, 13 de octubre de 2009

Triscaidecafobia

Martes trece, ña, ña, ña... Supersticiones a mí... Estoy totalmente convecido de que eso es todo un rollo... Vamos a ver, por un lado, el trece, sí, vale... que si da mala suerte porque es el número de los apóstoles de la cena más uno (Jesucristo que muy bien no acabó el pobre hombre, no...), que si en muchos sitios no hay portal trece, ni habitación trece, ni autobús número trece, que si Ángel Nieto ganó 12 + 1 campeonatos de esos de mortocicletas, que si fue el Apolo trece el único que hizo caput, que si el capítulo 13 del Apocalirsis predice la venida del AntiCristo (que no del AntiRisto -Mejide- si tal fuera el caso, hoy sería un día de gloria universal).

Luego está el martes, que dice el refrán que ni te cases ni te embarques. Martes es el día de Marte, planeta chungo por excelencia, y del dios de la guerra, Marte (el favorito del ex-presi Bush, por cierto), Constantinopla cayó un martes (y no hubo quien la ayudara a levantarse a la pobre señora). Por eso será que cuando se conjugan el martes (día chungo por excelencia) y el trece (número chungo por excelencia) ya es la repanocha. Se rompe la armonía del universo, universal; los planetas se convulsionan y se desalinean de su órbita en un disloque borrachil rompiendo la armónica simetría de la galaxia; los cimientos espirituales del mundo se tambalean...

Pero nada de eso me va a amilanar. Triscaidecafóbicos y trezidavomartiofóbicos (joer con la palabreja...) del mundo, escuchadme. Olvidad vuestros miedos. Yo, hoy, martes trece, voy a ser más chulo que un ocho, pues estyo ahrot ed toad esa prafrenaila spusertiosa (joer qué le pasa al teclao?) y vyo a pubclira este psot en día mrtesa y retce. Y he empezaod a escirbirlo a lsa 13:13. Aún os diré más (coño que por poco me caigo del asiento): todo eso de las supersticiones son (joer qué le pasa ahora a la pantalla? se está poniendo negra) un montón de chuminadas y tonterías y pueblerineces... Escuchad mis palabras con los oídos bien abiertos: !!!En martes trece nunca pasa nada de....

ERROR FATAL DEL SISTEMA: procediendo a la destrucción de todos los archivos... procediendo a la liberación de gas tóxico... procediendo a la descarga y ejecución de Apocalipsis.exe...

jueves, 8 de octubre de 2009

¿Qué fui...?


Fui el libro retomado cada noche por la misma página.
Fui el número destinado a un código hermético y de chaqueta, que acabó bailando con la incógnita y resolvió la ecuación abandonándose a la orgía despeinada de las letras.
Fui la muñeca que se cortó los hilos y los tejió en tela de araña para hacer funambulismo.
Fui la escotilla que parpadea en la boca del pozo sin fondo de los deseos.
Fui la corbata preguntándole al espejo por todos los nudos posibles, por todos los nudos pendientes.
Fui esa constelación nebulosa de los atardeceres en la ciudad: el anhelo del claxon, la espuma de los colores, la estrella del pájaro, la duda del horizonte.
Fui la mancha borrosa del expediente intachable.
Fui la perdición de los duendes, el favorito de los soldados de plástico, el capricho de las trolas, el capitán pirata de las horas muertas.
Fui la mecha que escarcha en la mañana el caliente rocío.
Fui la maleta despeinada y de rodillas, en puertas a un viaje por hacer, buscando destino entre el musgo de las sábanas y el terciopelo de los libros.
Fui el lienzo que un artista manda quemar mientras descorcha un viejo blues en la acera del silencio, con un vals de licor en una mano, y un tango de aguardiente en el buche.
Fui el traficante de fantasmas, el alquimista mendigo, el coleccionista de sueños, el mago sin trucos.
Y fui la garganta que vomitó un clavel, y el clavel mismo, y sus espinas cuando pinchan, y la sangre en la herida, y la sal que la azuza, y las escamas de miedo que desgarran en la seda de los dedos.
Fui el barco que avistó mil amarras antes de soltar tierra.
Y fui el error y el acierto, la escultura y el serrín, el equilibrista y su cuerda, el sueño y sus párpados.
Fui todo lo que soy y lo que he sido, y lo que callo, y lo que cuento.
Soy todo lo que fui… por más que escriba.

jueves, 1 de octubre de 2009

Sólo una noche de verano más



Este poema lo escribí el año pasado para el blog de la ELL, y es el germen, por así bautizarlo, de "Bajo el Agua".

Odio este otoño
y sus medias tintas,
mendigo de nubes grises,
y su hipocresía.

¿Qué eres, otoño?
¿una hoja que cae del almanaque?
¿qué gaviota perdió el rumbo?
¿por qué no terminas lo que empezaste?

Por eso, otoño,
bajo un perfume de brisa
y un huracán de luz
disfrazado de magia
sigo besando, en la arena,
piel desnuda
y tirabuzones en el pelo.

Hoy, otoño, que amenazas con la ausencia
y tramas intrigas con la soledad,
hago estallar burbujas volátiles
proyectiles hacia la línea de fuego
de tus agüeros.

Hoy las sirenas coagulan con sus cantos
la sangre
en las heridas del silencio.

Hoy, otoño, llueves estribillos,
dejas caer tu telón de gotas de agua
y murmuras una despedida.
Pero yo sigo besando, en la arena,
no las pirámides de cuerpos amontonados,
como nuevos, fértiles fetiches,
sino piel desnuda
y tirabuzones en el pelo
girando alrededor del cielo
girando alrededor del mar.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Fin de un cuento sin principio

Y el sueño vio su envés y se tornó pesadilla.

Por las puertas del lugar todos salen pero nadie entra, aunque siempre parecen los mismos rostros. La abisal penumbra de los goznes adivina el final sin principio de un cuento que alguien olvidó narrar. El lugar es un reino sin corona, donde los cinturones hacen alforja las tripas, castran el hálito del viento en los pulmones. Ahora para nada sirve el tañido del poeta de la plaza, porque las musas vuelven sus ancestrales espaldas y se otea el chiflido de su burla tras el insolente porte de sus cabelleras. Ya los párpados silentes, los ojos huecos de guitarras, el caminar de autómata de las gentes anunciaban delirios del cosmos, paisajes de cadenas, veredas marchitas. Sauces somnolientos y terapias de serpentina trajinaban con el lívido tictac del corazón para injertarle trombones y trompetas, holocaustos, veleros desvariados.

Tiemblan las campanas en la corte real mellada de validos y valientes. Han empezado las sirenas a cortarse las gargantas. Las cornetas se ahogan con el aire en un soplido inverso. Todos recuerdan aquellos otros tiempos que jamás existieron. Ha empezado el final de un cuento sin principio.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Bajo el agua


Medias tintas en el cielo,
de nubes grises mendigo
Las hojas caen cual calendas
gaviotas piden destino
Bajo el agua
Tú me perfumas de sol
y me disfrazas de magia,
en mi paraguas repican
besos de arena de playa
Bajo el agua
Ya se azulejan las hojas
con las venas transparentes
Tú, con sonrisa ladina
cuentas al sapo los dientes
Bajo el agua
Guijarros de mar, conchitas
invocas entre los charcos
y en heridas de silencio
sirenas derraman cantos
Bajo el agua
Llueven canciones de agua
tiran terrones de hielo
Pero aún te hago en la orilla
tirabuzones de cielo

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Let it Be-atles

Norwegian Wood



Let it Be



Eleanor Rigby



Me dejo arrastrar por la marea beatle-fílica que se esparce estos días por la tele. Nuevo disco recopilatorio, documentales, videojuego... Os recomiendo exhaustivamente el libro de Haruki Murakami "Tokyo Blues", inspirado en parte por la bellísima y misteriosa canción "Norwegian Wood". Le mando un beso a todos los que, como mis padres, se encariñaron con sus canciones de fondo.

lunes, 31 de agosto de 2009

La canción de todos los veranos

A la hora en que Juanito, el pequeño, va otra vez para el agua, flotador en ristre, yelmo de hombre rana, bañador rojo de los Power Ranger, y en la retaguardia gritos de “No te metas muy para dentro” o “Como tardes mucho voy a quitar el tapón de la playa”; a esa hora, entre la refriega con el agua salada y el solano en la cabeza, al estómago de Papá se le empieza a figurar la imagen del tortillón que aguarda escondido en la fiambrera de taperguare (que es de tapadera de rosca y nadie sabe por qué misterio sólo puede abrirla Mamá, como si fuera una caja fuerte de la que sólo ella conoce la combinación secreta). “El tintorro estará apucherao, mejor ni lo saques” –dice Papá mientras ve a Mamá trajinar con las bolsas de playa. “Ya te dije yo que tenías que haber comprado una nevera nueva.” –replica Mamá mientras le sirve a Papá el vaso de tintorro apucherao. A esa hora también, más o menos, llega de dar un paseo, con los pies en remojo, el tío Luis, el maestro solterón. Por el camino se ha fijado que todas las mujeres sentadas al sol leen el libro ese tan de moda, La reina en el palacio de las corrientes de aire, con los pezones al ídem. Sobre todo se ha fijado en lo segundo. La sombrilla, con su vestido de lata de refresco tiene, por su parte, inclinaciones diferentes. Pero más que imitar a la torre de Pisa, o saludar de una cabezada a la sombrilla vecina, parece implorar por recuperar su verticalidad. “Claro, si tú nunca me la metes bien”, suelta Mamá, la única que parece escuchar su ruego inanimado, y se dispone a recomponerla a la par que echa un par de reojos a Papá. Pero esta vez Papá no replica porque está en otra briega y no la oye o hace como el que no oye. Hay marea alta y Papá fortifica el chiringuito levantando una muralla, usando de pala el cuarenta y tres de su pie izquierdo. “No sé para qué” dice Mamá, y con razón. Porque el primer arietazo de las olas va a derrumbar las murallas inundando bolsas, rebozando pies, suspendiendo el concierto que Jessi, tumbada sobre la arena y absorta, lleva puesto en los oídos. En fin, mudando a todos los domingueros de la playa a otro improvisado campamento, a dos metros, o lo que es lo mismo, tres golpes y medio de marea, por detrás del anterior.


Ajenos al follón, el abuelo y el tío Luis están parados de pie como dos postes embobados, estudiando a la vecina que, para cambiarse la parte de abajo del bikini, ha decidido encortinarse en una toalla sin más ayuda que sus manos. Hasta que se da cuenta que manos sólo tiene dos y que el levante es más fuerte. Y mientras con una mano va subiéndose la prenda, de la otra se le escapa un pliegue de su cortina, dejando al descubierto pelámenes que asoman tímidos por encima del bañador como orejas de conejo por la madriguera. “Y yo sin traerme las gafas del lejos”, dice el abuelo. Mientras tanto, Jessi dice que pasa de la tortilla porque no le gusta si está empanada en arena. Y porque allí, a tres sombrillas de distancia, está horneándose un mullido pastel de ébano, de metro noventa y tatuaje tribal azucarándole el pecho. Y Jessi lo mira por detrás de las gafas de sol como quien mira por la puerta del horno, mientras piensa sin decir: ¡Quién le hincara el diente a ése! El negrón de sus fantasías no es precisamente ese que pasea flaquezas, alfombras y leopardos con forma de camisa por delante de las mirillas invisibles de cada hogar playero; sino ese otro del que hace un rato que Papá y el tío Luis se vienen riendo, pues dicen que se ha encasquetado el bañador con un calzador y que se ha dejado ahí dentro el palo de la sombrilla. Todo esto ante la indignación de Jessi, pero más que por solidaridad racial, porque Papá la sonroja cuando se marca ese terrible número musical que repite todos los veranos. Y se pone a entonar esa hortera (o eso le parece a Jessi) canción de “Mami, ¿qué será lo que quiere el negro? Mami, ¿qué será lo que quiere el negrooooo? Mami… Mami, ¿y el niño dónde está?” Eso pregunta Papá y Mamá que lo mira con ojos de búho, embebida como estaba en una conversación con la vecina, la de los pelámenes. “Ya vendrá, mujer, déjalo que navegue” dice el abuelo. Pero antes siquiera de que pueda parecerles que no viene, Mamá sale despavorida a por su niño, y se pierde ella también por las callejuelas de arena. Absorta en su Juanito el pequeño como va, Mamá no puede pensar en otra cosa, no puede escuchar la melodía de todas las playas: ni el soniquete aflautado del viento, ni el que voy que vengo que vengo que voy de las algas, ni el zumbido caliente y amodorrado del sol, ni el peinado de espuma que hacen las olas a la arena, ni tampoco a la mujer enlatada en el megáfono diciendo “Atención: se encuentra en el puesto de la Cruz Roja un niño que dice llamarse…” Es la misma canción de todos los veranos.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Scorpions love too...

If we'd go again
All the way from the start
I would try to change
The things that killed our love
Yes, I've hurt your pride, and I know
What you've been through
You should give me a chance
This can't be the end



I'm still loving you...

domingo, 23 de agosto de 2009

Murciélago (¿I?)

No había hecho justicia la muerte con el Murciélago, el rostro bilioso y la mueca contraída de la mandíbula, el esqueleto llamando a la puerta de su piel, el cuerpo blanquecino envuelto en la aséptica mortaja verde, pulida por la luz fría, etérea, de aquella sala de hospital. La enfermedad le acabó quitando el aspecto lozano y el rostro aparente que había conservado hasta la vejez. Las miradas de los presentes se cruzaban, huidizas, para acabar convergiendo en el mismo punto, el rostro contraído del cadáver, como esperando que tomara la palabra. A veces, surgían pequeñas conversaciones, como brotando de las paredes, pero nunca llegaban a ningún sitio. “Como un árbol, así se queda uno cuando muere. Eso lo he visto yo muchas veces. Sin sentío, ni . Cuando ves muchos muertos, como yo, dejas de creer en el cielo y esas cosas” Eso diría el Murciélago si pudiera verse a sí mismo tumbado en aquella camilla de hospital. Después de eso habría empezado con alguna anécdota sobre los días de temporal en alta mar, y luego a hilar una historia detrás de otra, y a entrecruzarlas como los afluentes de un río sin final aparente.


Le conocí hace unos cuantos años cuando yo era un chaval, y él ya un marino retirado. Yo era el chico para todo en la tasca de mi padre: poniendo copas, fregando vasos, limpiando el polvo aquí y allá, haciendo encargos. El Murciélago acababa de llegar entonces al pueblo en su casa flotante, una pequeña barcaza atracada en el puerto, y pronto se hizo un asiduo del bar. De hecho era siempre el primero y no recuerdo un día en que faltara, cumpliendo siempre el mismo ritual. Llegaba sobre las cuatro de la tarde cuando todavía no había nadie, saludaba levantando la mano, dejaba la chaqueta azul y la gorra en el perchero bajo el cuadro de la sirena, y se sentaba en el mismo banco de siempre frente a la barra. Pedía el primer vaso y esperaba que viniera alguno de los parroquianos para empezar la tertulia. Entre mis idas y venidas por el bar, me fui dando cuenta, casi de reojo, de que su afición por contar historias era tanta como la de empinar el codo. Pasaba toda la tarde encadenando cuentos con vasos de vino. “Me viene de chiquillo – solía decir – Mi padre me llevó una vez a un campo de uvas y en un descuido me colé ahí dentro y empecé a tragar, y a ver quién me paraba. Y claro, el gusto se me debió quedar pa siempre. Hasta que vi al dueño con un garrote y salí pitando de allí, claro – terminaba soltando una larga carcajada –”. Yo oía retazos de sus historias, a veces sólo el principio, otras el final. Solía repetirlas tantas veces que me preguntaba si no se cansaba de oírse a sí mismo. Al principio, le veía como un viejo charlatán, sin mejor cosa que hacer que pasarse las tardes y las noches sumergiendo su soledad en vino, dichoso de pensarse el centro de atención.


Poco a poco me di cuenta de que era diferente a aquella primera impresión, algo más que un viejo borracho, destilando batallitas, alambicando fantasías que luego se evaporaban en la madrugada. Empecé a tomarle cariño y terminé apreciando sus historias anónimas, de las que no salen en el telediario, de las que no se escriben libros. Me suscitaban cada vez más interés, y acabó no importándome si eran del todo verdad o no. Me acompañaban en los cierres del bar, cuando me sentaba al lado del Murciélago a veces hasta bien entrada la madrugada. Ponía mucho énfasis en sus palabras, gesticulaba y retorcía el cuerpo si hacía falta. Sus correrías por parajes exóticos, las noches en alta mar con extraños ruidos en la bodega del barco, sus aventurillas salpicadas de chismes o las historias de contrabando de tabaco que me susurraba muy bajo, satisfacían mi curiosidad por el rudo y apasionante mundo de los marineros, y mi afán goloso de misterios en una vida atracada siempre en puerto y falta de novedades como era la mía. Acabé preguntándome si su carrera no merecía un privilegio mayor que aquel retiro voluntario en nuestro garito.


Pero si hay algo que me ha dejado marcado por encima de otras anécdotas, fue la historia que me contó sobre una accidentada travesía por el Mediterráneo cuando su barco iba camino a Tánger. Me habló de aquello una noche de verano en la que quedamos los dos solos, no había nadie en la calle y mi padre se había quedado dormido haciendo números en el almacén. Era una noche tranquila y apacible, mal presagio de las tempestuosas imágenes que iba a formar algo más tarde en mi cabeza. Solía mezclar historias, dejar por la mitad una y empezar con otra, por ejemplo cuando se acordaba de otra cosa por algo que yo había dicho. Sin embargo esa noche habló de corrido desde la partida del barco. Llegado a cierto punto de la historia su voz empezó a volverse trémula y sus retinas a titilar. La mano izquierda erosionada y temblorosa, carcomida como el hierro oxidado, apenas podía sujetar el vaso. Serían las dos o tres de la mañana, cuando llegó a un punto en que no pudo seguir. La vivacidad y el dinamismo usual de su rostro dieron paso a una mirada perdida, a unos ojos desterrados en medio del desierto de agua que recreaban sus palabras. Por esos ojos fui a ver su cadáver al hospital. Me di cuenta de que realmente aquel hombre era más que el viejo y solitario marino del bar de mi padre. Era mi amigo.

Aquella noche de verano, cuando el Murciélago se calló, del almacén medio en penumbra llegaba el tintineo metálico de las llaves de mi padre. Le dije al Murciélago que era tarde, que ya terminaría de contar la historia otro día. Cuando le di la espalda, permaneció callado, pareció no haber oído mi despedida. Lo vi tomar el último trago y entonces hundió los ojos en el fondo del vaso, como leyendo el futuro en el poso del vino. Fue la última vez que lo vi en vida.

Imágenes

sábado, 15 de agosto de 2009

Summertramp

I can see you in the morning when you go to school...

Don't do this and don't do that
What are they trying to do? Make a good boy of you
Do they know where it's at?
Don't criticize, they're old and wise
Do as they tell you to
Don't want the devil to come and put out your eyes



Maybe I'm mistaken expecting you to fight
or maybe I'm just crazy I don't know wrong from right
But while I am still living I just got this to say
It's always up to you if you wanna be that, you wanna see that,
YOU WANNA SEE IT THAT WAY...

School (Supertramp, del disco Crime of the Century, 1973)http://www.sing365.com/music/lyric.nsf/School-lyrics-Supertramp/A07683240C11B6E4482569ED0018F5EA

martes, 11 de agosto de 2009

Un sobre y una flor (Una carta de amor...)


Un sobre y una flor
Y en el sobre un laberinto de troqueles
y un papelón de humos de mago,
diez cantos de diez sirenas
y un big bang en un vistazo.


Y en el sobre bigotes de gato
relamidos de amor por albóndigas y gacelas
la llave del pájaro enjaulado,
una bulla de hormonas jaraneras.

Y en el sobre noches azules,
donde reinan los gatos pardos,
que cazan colas de estrellas,
que cumplen deseos de fuego,
que cumplen sueños de árbol.

Y en el sobre, un don juan sin juan ni don
que inventa besos y palmas.
Y embotella al mar misivas,
por las prórrogas que hagan falta.


Y en la flor, un mequiere, un nomequiere,
un mequiere, un nomequiere.
Y en la flor, un panal de amormieles,
que abejas revoltosas desordenan.
Y en la flor, un estambre perdido,
que en el ancho levante navega,
que siembra piropos y espera,
y vendimia tan sólo suspiros.

Y en el sobre… una carta
Y en el sobre… esta carta
¿Comprendes ahora por qué me eres imprescindible?
...

El otro poema que dediqué a los letraslibrescos después de la noche de AmoresA los que estuvisteis allí os toca descubrir todos los 's (hay más que en la primera versión que publiqué en el blog de la ELL)

sábado, 8 de agosto de 2009

Noches azules

Después de una noche mágica en Prado del Rey dediqué un par de poemas de forma anónima a mis amigos de las Letras Libres en el blog del Colectivo. Como ya me han descubierto como el autor (o me he descubierto porque no pude resistir el interrogatorio, jejeje), voy a colgarlos aquí para compartirlos con los demás enredados.

Hace unas semanas os dije que en el Colectivo de Letras Libres preparábamos un recital con el título Amores… Pues bien, el pasado 24 de julio, vivimos una noche de estreno en el serrano pueblo de Prado del Rey. Fue en la coqueta Taberna Irlandesa de Prado, junto a algunos poetas del colectivo Aldaba. Fue una noche mágica y emotiva, la que vivimos en Prado. Encontramos un árbol azul florecido de campanillas doradas, paseamos por esas calles balcones con vistas a la sierra. A pesar de los nervios y el poco público, el recital fue muy especial. Todos mis compis rayaron a mucha altura recitando poemas y contando historias. Aquí un servidor pasó bastantes nervios, pero disfrutó como un enano leyendo La Playa de las Palabras y No escribas cartas de amor. La verdad es que fue mágico, muy especial. ¿Qué tendrán esas noches azules de verano?

Noches azules.
Noches mágicas.
De árboles azules
que brotan campanillas.
que tintinean voces azules.
Ayer fuimos una banda de gatos azules de arrabal.
Sin sueño y con sueños.
Y con hambres pero
atiborrados de deseos como lámparas mágicas.
Un grupo de músicos callejeros tocando el jazz del oasis.
Ayer supimos más que nunca que no nos pueden las tempestades
ni los relojes de arena.
Y a la noche, lanzamos un barquito de letras para que vivieran libres en el azul.
Azul océano
Azul árbol
Azul noche
Azul sueños

Besos
Lo dicho, que muchas gracias por todo lo que me habéis dado, que ha sido mucho

martes, 4 de agosto de 2009

Rastros en la niebla IV: Encadenado a un espejo

Hace tiempo que perdí la noción del rumor de mis pasos. Por eso sé que no van a darse cuenta. Es viernes, la noche está sentada y suena el último aviso. Levito por los pasillos vacíos bajo la luz blanca y helada. Las aulas comparten ya el neblinoso acento de la noche. Oscuras, sin los ojos atentos tras la procesión de trazos blancos en las pizarras. Esbozo un dibujo fantasmal de la clase. Buscando un espejo.


En estos momentos, siento que estoy encadenado al sórdido poema a medio escribir en los baños, al humo de la colilla tirada en el suelo, esposado a la tinta descorrida en los mensajes escritos en las mesas, atado a unos labios rojos y lascivos. Vivo en el aliento de la sangre que corre ahora caliente y terco por las paredes sucias… Ya se marchan los últimos, los que quedan, quizá para mí los únicos del mundo. De entre ellos, los guardianes han revisado minuciosamente cada recoveco de aulas, cafetería, salas de congreso, baños, pasillos. Pero yo sigo aquí. Buscando espejos. Ellos no lo saben.

Las luces se apagan. Me desvanezco.

sábado, 1 de agosto de 2009

Pide el párpado...


Pide el párpado que descortine el mundo las tibiezas
para preñar a la pupila de paisajes
desnudos de prejuicios y tapujos
donde el sol sea sol, la hierba, hierba…
y las salvas de color quemen el cielo.
Pide el ojo que las parras prendan como viejos vellocinos
Santificado sea el hueso y el gusano,
que si el porvenir se aliña de utopías, qué sé yo,
¿de qué sirve lo que hemos aprendido?
De qué, si la tierra se despereza, cansada
de fanegas y humedales, la asfixia el humo tosco
del futuro, no sabe cómo abrir ya sus ventanas.
Reposa como vieja aburrida cosiéndose la vida
a sus achaques. ¿De qué sirve, ojo, párpado, pupila, de qué…
si los colores se camuflan, si las ramas y las células callaran,
si la lucha que recitan en sus vientres silenciase?
¿De qué sirve si no las ve el que, en su casa, cierra los ojos
para dormir el sueño de los tontos, de los ciegos cortinados?

Cumplimos 50 posts… Un beso y un abrazo a todos los enredados…

martes, 28 de julio de 2009

Supertramping

But at night
When all the world’s asleep
The questions ran so deep
For such a simple man



Won´t you please
Please tell me what we’ve learned
I know it’s sound absurd
But please tell me who I am
WHO I AM

(Supertramp, 1979, del álbum Breakfast in America)
Una de mis favoritas
Subitulada al castellano en:
http://www.youtube.com/watch?v=ue29WayaMYQ

sábado, 25 de julio de 2009

Eterno grumete

Me gusta mirar al mar desde el acantilado, mientras preparo velas, levanto mástiles, apuntalo tablas, tallo mascarones, lanzo poemas en botellas. Sé que tarde o temprano, tendré que volver a zarpar. Y llegado el momento, arrío velas, levo anclas… En la mar disfruto con las olas serenas y las calimas. Y miro a las gaviotas. Como todos, sufro con las tempestades, los arrebatos del mar, los capitanes tiranos… ¿Adónde lleva el barco? No lo sé. El barco nunca está terminado. Ha muerto el maestro armador. ¿Qué importa? Si naufrago, voy a parar a otra costa y me levanto, busco un acantilado para mirar al mar. Y luego, apuntalo tablas, levanto mástiles…

Imagen: El Último Grumete de la Baquedano http://html.rincondelvago.com/el-ultimo-grumete-de-la-baquedano_francisco-coloane_1.html

lunes, 20 de julio de 2009

Rastros en la niebla III: Intruso

Una noche aciaga, mientras, débil y cansado, en la oscuridad envuelto, rumiando desconciertos sudorosos por la soledad que me embargaba, en el letargo, trémulo y aturdido, hastiado de las mismas páginas que narran ilusorias, heroicas hazañas, golpeando las puertas del sueño, de pronto oí, sibilino, sigiloso, un sonido. Cuando a tientas busqué devolver su rotundidad a los objetos, la luz sólo me mostró mi cuerpo cubierto por las piezas de un triste pijama, un escritorio, una cama, unos libros y poco más. Me dispuse a cruzar la frontera tras mis ojos cerrados, regresar a las llanuras volubles y pomposas. Pero entonces de nuevo el mismo sonido, aún más intenso, acechador que la primera vez.

“¿Qué clase de intruso se inmiscuye en esta noche calurosa y depresiva? ¿Quién se oculta, agazapado, tras las ramas de mis sueños?” Busqué la respuesta en la luz, subyugadora de los monstruos. Pero a nadie encontré. Irracionales figuraciones me llevaron a imaginar al intruso en algún escondite, oteando desde allí el horizonte de su gula. ¿Pero qué había de temer de aquel cuartucho si sólo había un escritorio, una cama, unos libros y poco más? ¿Acaso un vecino insomne, acaso un pequeño animal, acaso el viento en la ventana o poco más? Volví a voltear la moneda, y en el envés de nuevo caí al abrazo de las ebrias y algodonadas metáforas, deseando satisfacer mis anhelos en el arrullo del dios Morfeo. Pero entonces vi en el horizonte alzarse una aterradora figura: un caballero negro, lanza en ristre, acometiendo una justa, se dirigía hacia mí. Y su corcel en un pesado y denso galopar, iba emitiendo aquel mismo sonido, zumbante, turbador, ocupando todo el aire entre nosotros.

Lo que vi después no podría ser contado en los libros que se posaban en la mesa del dormitorio sin provocar la peor de las angustias. Arrastrada con una cuerda por aquel demoníaco caballo, una mujer, la que yo amaba en aquel silencio, y de su vientre desgajado brotaban pequeñas criaturas encorvadas y monstruosas que se desgañitaban en una diabólica carcajada. Destilaban sus entrañas efluvios cuyo rastro conducían a aquel caballero de los malos presagios. Tras ella, otros cuerpos, los de mis amigos y compañeros procesionaban con el rostro inerte, intercambiando sus cabezas al son de una absurda marcha. Pero no había tiempo para pedir ayuda, pues el intruso se acercaba a mí, ya estaba alcanzando mi frágil cuerpo hechizado por aquel molesto sonido. Intenté huir, zafarme de sus ataques pero él regresaba con la obcecada voluntad de los monjes. Después se alejó pero sólo para recrearse en su gula navegando entre oleadas de sonidos y gases invisibles, para volver de nuevo y atravesar mi piel. Repitió la acometida incontables veces sellando su estancia con pústulas de sombra y sangre.

Demasiado débil, demasiado cansado, preso del sueño, con los cajones abiertos, las lámparas en el suelo y las sillas en el techo, quedé a su merced, no podía hacer nada más que implorar su caridad. Pero entonces fue uno de sus embates el que me impulsó de nuevo a la frontera. En el sobresalto logré retornar la luz, y el lienzo del sueño se fue diluyendo, como si un frasco de amoníaco cayera de un estante y se fuera vertiendo lentamente sobre él. La imponente presencia de los objetos quedaba difuminada y yo me hallé en medio de aquel umbral de puertas entornadas. Llevé mis manos al rostro sudoroso, tratando de recuperar la calma y luego, giré la cabeza. Fue entonces cuando lo vi, tranquilamente posado justo delante de mí, el intruso.

Pero entonces observé que aquel engendro no era más que una minúscula gota de sombra, una insignificante nave alada, ligada a mi cuerpo por algún lazo inconsciente, su hocico largo y escuálido una diminuta aguja magnetizada a mi sangre, su cuerpo frágil y delicado como un frasco de cristal que se quebrara con sólo una palmada al aire. Asustado aún y avergonzado de mi suerte, mis pensamientos se debatieron en letanía: “¿Cómo ha podido su ridícula esencia copar todo mi ser, reducirlo hasta convertirme en un loco de alquiler en esta habitación? ¿Cómo ha logrado ser pincel involuntario de mis pesadillas, enmarcar el lienzo de este grotesco, el más patético que pudiera eyacular el más mediocre de los pintores? ¿Cómo ha podido producirse esta figuración? ¿Cómo ha podido, en fin, engendrar esta penosa parodia?”

Desde el cristal de la ventana empezaron a inundar el dormitorio tonos pastel. Pero ya era tarde. La sombra del intruso se derramaba por la estancia, y mi alma, de esa sombra que aún yace sobre el suelo no podrá liberarse… nunca más.



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