lunes, 20 de junio de 2011

El Cielo de los Gigantes (Parte 2 de 3)

Fue entonces cuando vi la calavera. Yo sólo había visto una calavera en el esqueleto de la lección de Ciencias de la Naturaleza, Higiene del Sistema Óseo, en la enciclopedia Álvarez de tercer grado. Bueno, pues esa calavera de la enciclopedia Álvarez tiene una boca muy pequeña, unos ojos redondos y una nariz chata. Me recuerda a la cara de Don Antonio, el de las frutas, el que siempre me hace morisquetas cuando voy con mi madre al mercado. Mi madre dice que es muy buena gente, pero que le vende unas naranjas que están más secas que un polvorón de esparto. El caso es que Don Antonio es calvo y me recuerda a mí la cara sonriente de la calavera de la Enciclopedia Álvarez.

Pero la Enciclopedia Álvarez no sabe de calaveras.

Luís, que como es muy cobarde estaba temblando, dijo que estábamos en el infierno, que la calavera era de un pecador de los malos. Le contesté que cómo iba a ser el infierno, si no había fuego ni demonios con cuernos por ninguna parte. Entonces me dijo que tenía miedo y que se iba. Que ya no me juntaba más, porque se iba a cagar en los pantalones y que ya estaba bien con la bronca que iba a echarle su madre por haberse manchado los zapatos Gorila. Así que se fue y yo me quedé solo. Solo con la calavera.

La calavera daba miedo la verdad. Por una vez Luís tenía razón. Cuando la vi, creí que me iba a explotar el corazón. Un gusano le iba andando por el ojo y tenía la boca abierta. Yo creo que el Capitán Trueno o Alí Babá también se habrían asustado al verla. Pensé que de verdad aquello era el infierno, y que yo había cometido pecado mortal, y quise llorar, irme detrás de Luisito Benítez, volver al colegio y no hablar nunca jamás de lo que había pasado. Pero no podía moverme, estaba pasmado, nunca había visto una calavera tan de cerca.

Yo la verdad es que no tengo muy claro lo que pasa cuando te mueres. El padre Lucas dice que los que son buenos van al cielo y los que son malos van al infierno. Para ir al cielo, que está por arriba de las nubes, me supongo yo que te salen unas alas como las de los ángeles de la capilla de San Francisco y sales volando. El infierno está en el fondo, muy en el fondo de la tierra y es un sitio donde hay mucho fuego y el demonio te castiga por tus pecados pegándote con un látigo y pinchándote con un tenedor muy grande, que lo he visto yo en la Enciclopedia Álvarez. Pero claro, si la Enciclopedia Álvarez sabe lo mismo de calaveras que del infierno, vamos listos.

Luego también dicen que cuando te mueres se te caen los ojos, el pelo, los pellejos y las uñas y te quedas en el esqueleto. Así que yo pensaba que en el cielo estaban los esqueletos de todo el mundo que se había muerto. Luego mi madre me dijo que no, que al cielo sólo va el alma, y el cuerpo se queda en la tierra. Eso del alma, me dijo mi madre que es como una nube que te sale del cuerpo. Ahí la verdad es que me confundí más porque el Padre Lucas dice que en el cielo todo es bonito y todo el mundo lo pasa bien, y digo yo que no debe ser muy divertido ser una nube. Todo el día de allá para acá y, como mucho, soltar lluvia de vez en cuando. No era lo que yo me imaginaba del cielo la verdad. En el cielo tendría que haber caramelos, palmeras de chocolate y estampitas de la liga a montones, y hacía falta ojos para verlas y lenguas para comerlas. Eso de las nubes no podía ser.

La luz del sol se colaba entre las hojas de las enredaderas por una grieta grande del techo. Venía a caer justo en la calavera y eso me recordó a cuando lo del derrumbe en la capilla de San Francisco, que formó un ruido horroroso, pero fue muy divertido porque salimos del colegio como las liebres. Fuimos a ver qué había pasado y nos encontramos con el boquete en el techo. El montón de escombros había caído en lo alto del santo, y sólo se le veía la coronilla. La luz del sol iluminaba la cabeza del santo el día del derrumbe de la misma forma que a la calavera del gigante Don Diego de Alejo en la cueva.

Entonces me fijé que la calavera tenía un boquete redondo y pequeño en mitad de la frente.

1 comentarios:

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Como digo en mi ultima entrada, me tomo un descanso, estimado amigo.
No se si volveré a escribir. Eso si: seguiré visitandote.

Un abrazo enorme.

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