El reloj es uno de los inventos más terribles que existen. Cuando el ser humano intenta encerrar al tiempo, marcarlo, delimitarlo, se acaba convirtiendo en esclavo de los minutos y los segundos. Es como ponerle vallas al campo. Entonces, el ser humano no come porque siente hambre, sino porque es la hora de comer; no se va a la cama porque tiene sueño y le apetece descansar, sino porque es la hora de irse a dormir; y a veces, y aún peor, no ama cuando realmente quiere y lo siente, sino porque el tiempo pasa y hay que seguir el itinerario establecido. Cuando los cimientos de la vida y el mundo los construyen los relojes, el engranaje natural sufre. En esta dictadura del reloj, mano derecha del dinero, hay que buscar rendijas para pararse a respirar, buscar la calma, relajarse, escuchar el tiempo interior… Aunque parezca imposible, se puede. No estaría mal que llegara un día en que dejaran de funcionar todos los relojes. Apagarlos sería una buena manera de hacer la revolución.
jueves, 24 de mayo de 2012
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4 comentarios:
Bellísima reflexión, la cual deberíamos aplicarnos vez en cuando. Si no conocéis a Carl Honoré y su método Slow, os lo recomiendo. Es la misma filosofía que tan bellamente nos ha brindado Deivid.
lo chulo es cuando van mas deprisa o se retrasan...
todo es relativo
Me encanta la revolución contra-reloj que no a contrarreloj (las prisas no son buenas).
Hace años que le declaré la guerra a los relojes y siempre que puedo, les doy una pequeña puñalada en lo que escribo.
Con este relato empezó mi pequeña revolución, por si quieres leerlo. Además sé que te gusta Peter Pan ;)
http://decafelitoychocolate.blogspot.com.es/2010/05/del-cocodrilo-que-se-comio-el-tiempo-o.html
Luciérnaga apuntado queda ;)
Noel, según el momento van más deprisa o más lento, está claro que el tiempo es subjetivo
Lo voy a leer Ina, y te comento, ok?
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