"He sido cordialmente invitado a formar parte del realismo visceral. Por supuesto, he aceptado. No hubo ceremonia de iniciación. Mejor así."
Juan García Madero no sabía muy bien en qué consistía eso del realismo visceral cuando recibió la invitación. Yo tampoco. Él tenía 17 años y estaba en el primer semestre de la carrera
de Derecho. Yo andaba por los veintitrés y había terminado la de Humanidades. Acababa de darme un varapalo con la realidad pues había suspendido un máster de Patrimonio Histórico (en mayúsculas curriculares y monetarias) que en el fondo nunca quise hacer. Necesitaba encontrarme a mí mismo y a un círculo en el que integrarme. Así que empecé por algo que en aquel momento, quizá egoístamente, creía que podía darme reconocimiento, quién sabe si fama, y buenas amistades, quién sabe si alguna relación.
De entonces hasta ahora ha habido un poco de todo, menos lo de la fama, aunque nada en la forma que yo esperaba. Sigo sin saber lo que es el realismo visceral pero por suerte conocí al grupo de invitados. Los Detectives Salvajes nos hacíamos llamar (y nos hacemos aunque cada uno ande por su peculiar vericueto y las reuniones evidentemente estén forzadas a ser muy esporádicas). Investigadores clandestinos que en vez de encontrar al sospechoso, buscamos, escogemos y perseguimos a la víctima. Estudiamos cada uno de sus pasos, observamos de forma sigilosa y metódica. Si somos descubiertos, el cuento acaba y eso es lo último que queremos. Preferimos contemplar el suceso, analizamos cada impulso, cada tic, no nos importa dejar pasar el tiempo porque sabemos que en cualquier momento podemos ver saltar la chispa, el hilo del que tirar para armar la trama. En vez de resolver casos, los creamos con nuestra presencia de observadores infiltrados, de voyeur pacientes... La clave del misterio está en nosotros.
Hasta dónde sé, ahora cada Detective Salvaje lleva casos diferentes. Perdí la pista de algunos de nosotros, la clandestinidad no permite prolongar los encuentros. Nuestro estado me impide revelar todo lo que sé, pero para su consuelo, querido lector, sí puedo dejar algunas pistas. Frases que me llegaron fragmentariamente, algún confidente anónimo, alguna nota que alguien se olvidó intencionadamente. Son estas: velocidad literaria, universidad, saturno aburrido, Antonio Gala, Cádiz, congrios voladores, filosofía, café y chocolate, sacapuntas, letras, tangos, Roberto Bolaño y Paul Auster fueron subiendo en cada puerto y hablaban distintos idiomas, Cortázar, Cortázar, Cortázar, ship brothers, chivos, flores y marinos... No les dice mucho ¿verdad? ¿O sí?
Según uno de nuestros preceptos, el del iceberg, sólo podemos mostrar "el pico" y no la gran montaña subacuática. Así que tendrá que ser usted quién resuelva el misterio, quizá ahora, quizá dentro de un mes, dos años, cinco minutos. Quizá para entonces yo ya sepa lo que es el realismo visceral. Quizá sea lo que estoy haciendo ahora.
PD: Lo que sí usted sabe ya, querido lector, es que podemos estar observándole. Puede que ahora mismo. Quizá usted sea la siguiente víctima.
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