Ya están cerca los reyes magos y en esta entrada quería hablar de regalos. Aunque me salg a veces la vena inconformista anti-capitalista y despotrique del circo montado, sigo viviendo con ilusión la noche del 5 al 6 de enero, esperando que los reyes, que ya sé que son los padres, hayan oído mis plegarias. Bueno los padres y los hermanos tíos y abuelos. No me gusta que los reyes sean una competición de a ver quién regala el regalo más grande y quién cumple mejor y se porta mejor con toda la familia. Me gusta cuando los regalos se hacen de corzón pensando en lo que la otra persona quiere. Si el regalador tiene que hacer un esfuerzo económico de corazón por algo que el regalado desea fervientemente, me parece algo chulo. Pero el mismo valor tiene cuando es una cosa no material, artesanal, pequeña. la grandeza de las pequeñas cosas y el valor incalculable de lo hecho a mano y con amor. Recuerdo con cariño aquellas noches de reyes pensando en aquellos magos y qué nos dejarían: gijoes, hemans, tortugas ninja, quién es quién, tozudo, cocodrilo sacamuelas y tantas cosas. La diversión con mi hermana diciendo: que vienen los yeyeeeee... Qué bonitas sensaciones, qué buenos momenos, estoy contento de haberlos vivido. Las cosas cambian pero algo de ese espíritu permanece. Aún cuando nos hacemos mayores y aún en estos tiempos de crisis. Pero hay regalos que hacen ilusión y otros que no tienen precio. Encontrarse con un amigo que hace tiempo que no ves y que te de un abrazo también es un regalo. Que tu perrita te mueva el rabo y te salte encima cuando te ve llegar es otro regalo. Que ganes un premio de relatos y recibas el cariño de tus amigos y tu familia también lo es. Regalar a tus seres queridos cosas materiales está bien pero si es de corazón, porque, ay, tarde o temprano te ves afectado por h o por b, por el compromiso, por las prisas o por el imperativo navideño del gasto desaforado. Pero hay pequeñas cosas, pequeños gestos que son los regalos más bonitos y maravillosos del mundo, y que no los puede pagar ninguna visa. Esas pequeñas (o grandes) cosas de arriba me han pasado estos días y siento que los reyes han venido antes de tiempo a dejármelas. Felices reyes.
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