jueves, 27 de octubre de 2011

Cuatro gatos

Hoy paseé solo. Chiclana es aburrida y no hay mucho que hacer. Yo me siento bastante raro aquí. En verano hay algo de ambiente pero en otoño por la tarde es un desierto. Hoy las calles estaban vacías. En realidad... casi vacías. Había cuatro gatos.
El primero un conocido mío. Pintor, dibujante de cómics y gran conocedor del mundo de la ilustración. Hablaba con alguien en la puerta de su casa. Quise saludarle y pararme unos segundos, pero no me atrevi a hacerlo, pues estaba acompañado. Me daba miedo interrumpirles aunque me hubiera gustado.
Luego otros tres. Personas desconocidas. Dos chicos y una chica. En una calle peatonal céntrica, completamente vacía. Uno de ellos hablaba efusivamente. Parecía dar una conferencia. Hablaba de ética, de la frivolidad de la sociedad, de lo politizado que están los medios de comunicación. Titubeé antes de seguir mi paseo. Hice como el que miraba un escaparate por escucharle. Cosas interesantes, incluso para un novato como yo en estas cosas. Al menos me gustaría intentar salir de Matrix. No suelen escucharse estas cosas en Chiclana. Quise presentarme a aquellos desconocidos, pero finalmente decidí irme.
Otros dos más. De lejos. En un bar/restaurante, el filósofo de la ciudad (un hombre muy culto y con gran oratoria) al que conozco de coincidir algunas veces, con un chaval hijo de una conocida marroquí. Juntos, tomando una cerveza, unas tapas quizás. Imaginé que hablaban cosas interesantes. En realidad estoy seguro. Quise acercarme, tal vez hablar unos minutos, y saludarlos pero me dio vergüenza.
Perdí la cuenta de los que llevo. Los dos últimos gatos antes de terminar mi camino de vuelta a casa. Una conocida del instituto con su novio. Les conozco poco. Ella es inteligente aunque me cuesta descifrarla del todo. Él es un buen tipo, muy buena persona. Me los encontré también ayer y hablamos unos minutos sobre lo aburrido que es Chiclana. Hoy llevaban pizzas para tomar en su casa. Me hubiera gustado acompañarles.
También vi un gato negro. Me dio miedo (supersticiones latentes de las que aún no me he liberado del todo) a la vez que me gustó (me gustan los gatos, los negros son especiales, elegantes) Lo perseguí unos minutos para tomarle una foto. Fue difícil. Los gatos son escurridizos. Al final conseguí hacerle una foto de lejos. Es esta.


Hoy paseé solo.

Pero me sentí menos raro.

Había cuatro gatos. Y yo era uno de ellos.

2 comentarios:

Godadá dijo...

Es bonito ver cómo las sensaciones que produce un paseo son tan complejas. Es curioso que en un pueblo o ciudad pequeña te hayas encontrado con esos personajes. Me gusta la frase del final. Has logrado transmitir bastante.

A mí también me gusta pasear, sobretodo en bici.

mjtrafalgar dijo...

4 gatos escurridizos...y una gata acechando...!!!Magnífico voyeurismo!!!

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