Aquí va el prólogo que nos tiene que pasar (esperemos) Jesús Romero. El veloz murciélago comía algarrobas en la aldea de las encinas periféricas. Desde la esquiva altitud veía fusionarse a los púlpitos borogobos con las deseadas gimnospermas. En los valles barbitúricos se alzaban analgésicos los unipladios. “Dos y dos son cuatro” pensaban los académicos de la lengua fecí en sus bibliotecas de Calatrava de Oz. Entonces con un giro looping atmosférico, el veloz murciélago comedor de algarrobas voló hacia la parte póstuma del gran chopo de la toposfera ascendiendo cual silábico altramuz. Entre tanto veíanse irisadas las huellas de los pitiformes azulejando la fracasada india vendecompacs entre las siete y la hora del té edredónico.
En la jerga hay erizos. Erizos como los que encontró el murciélago volador mientras conversaba con el pollo pelado que miraba para otro lado y tras sardónico coloquio colocado en estratégico punto de la narración, quedó dormido para dar paso a los erizos de la comparación del principio de la oración. El veloz murciélago se dirigió hacia ellos con buen y espinoso talante:
“¿Está el enemigo? Que se ponga.” A win visible. A win visible. Y el veloz murcielaguillo urkeliano con sus miradas tan tiernas vio un regalo sorpresa de un premio que para él no era ¿o sí? y que todavía no debía ser entregado. Enton, los erizos con cara de maestro enreverbenao y traje de Dior de ejecutivo mutuo madrileño, de asco pusieron el semblante y reprendieron al veloz murcielaguillo asustado y gritagónico fónico. Y Jesús Romero que no venía, y no venía, y el sagrado templo vacío de cristales y vorogovado. Anda que mandan wee. Y entonces el veloz murcielaguikki… illo, en un sacrosanto expediente de recurso administrativo, consiguió trajinar la flecha con cuerda al hilo lanzada y clavóla en la diana justa, precisamente en el centro, en la casa del jefe búho para que todos los aldeanos gimnoespérmicos la vieran.
Y fue así como el veloz murcielaguillo triunfó sobre los alados celtéreos del chuchuflato y celebrólo con vino de Sigüenza, cachimbambas barbitúricas y algarrobas de selección epañola calité a tutiplén sumicius. Alea jacta, ahora vas y te jactas. Fin.
1 comentarios:
Soy consciente de que sólo mis compañeros del Colectivo Letras Libres entenderán el por qué de esta entrada. Aún así, espero que los demás disfrutéis de esta sana locura quiróptero-algarrobil xD
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