A las 20:01 Sherlock estaba a punto de pronunciar el nombre
del asesino. Pero justo entonces sonó el timbre y la exposición del inspector
fue interrumpida. Juan se levantó del sofá para abrir la puerta y los cuatro
invitados inesperados entraron. Tres horas, cuarenta minutos y dos paquetes de
panchitos más tarde, Holmes permanecía aún con la palabra en la boca. A medianoche,
después del cuarto amago de marcharse, uno de los monstruitos derramó el vaso
de Fanta en el televisor. En ese momento, la mente de Juan empezó a maquinar su primer asesinato
múltiple contra Daniel, su mujer y sus dos repelentes niñas. Sería tan limpio que
ni siquiera Holmes se atrevería a decir una palabra de ello.
viernes, 1 de junio de 2012
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